10 enero 2025

El bautismo de Jesús (12-I-2025)

 

¿Qué ocurrió en el bautismo de Jesús que fue tan importante 

para que todos los evangelistas lo relataran?


En el bautismo, Dios entra en nosotros, sana nuestro corazón, nos hace hijos suyos para siempre. Por eso es importante recordar el día de nuestro bautismo, y también conocer su fecha. Yo os pregunto a todos vosotros: ¿recuerdas la fecha de tu bautismo? 

Historia

El Agua del Río y la Paloma

Había una vez, en un pequeño pueblo junto al río Jordán, un joven llamado Daniel que soñaba con ser especial. Daniel trabajaba con su padre como pescador, y aunque amaba las aguas del Jordán, a menudo miraba las colinas lejanas, preguntándose si algún día descubriría cuál era su misión en el mundo.

Un día, mientras recogía redes vacías, Daniel escuchó a lo lejos una voz que resonaba como un eco en las montañas. Era Juan, el Bautista, un hombre de aspecto fuerte y palabras poderosas. Multitudes se acercaban a él para ser bautizadas en el río.

Vio cómo Juan hablaba con fervor sobre el arrepentimiento y la llegada del Reino de Dios. Uno tras otro, los hombres y mujeres se adentraban en el agua, confesaban sus pecados y eran sumergidos. Sin embargo, Daniel no se atrevió a acercarse.

Ese día, algo extraordinario ocurrió. Entre la multitud apareció un hombre de rostro sereno y mirada profunda. 

Juan lo reconoció de inmediato y exclamó:
—¡Tú vienes a mí, pero yo necesito ser bautizado por ti!

El hombre, era Jesús de Nazaret. Daniel observó cómo Jesús entró en el agua, y Juan, temblando de emoción, lo sumergió en el Jordán. En ese instante, algo increíble sucedió: el cielo se abrió, y una luz deslumbrante iluminó el río. Una paloma blanca descendió suavemente y se posó sobre Jesús, mientras una voz resonó desde el cielo:
—Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.

Jesús salió del agua, y aunque su fragancia era invisible, llenó el aire con una paz indescriptible. Daniel, como todos los presentes, quedó profundamente conmovido.

Pero algo cambió en Daniel esa noche. Entendió que el bautismo de Jesús no era solo un acto simbólico. Representaba el inicio de una misión divina que incluía a toda la humanidad. Jesús había sido enviado para recordarnos que todos somos amados, que nuestras vidas tienen propósito y que el Espíritu de Dios está al alcance de cada uno.

Daniel comprendió que el río Jordán no era solo un lugar donde Jesús fue bautizado; era un punto de partida para todos. Al igual que Daniel, tú y yo estamos llamados a ser portadores de esa misma fragancia: amor, esperanza y paz.

Desde ese día, Daniel decidió vivir con la certeza de que cada acto de bondad y cada palabra de aliento podrían llevar la luz del Jordán a los demás. Y así, el mensaje del bautismo de Jesús dejó de ser un evento lejano y se convirtió en una misión para ti, para mí y para el mundo entero.

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