Hablar buscando la verdad, implica riesgos
Si decimos no a el aborto, para otros es innegociable el derecho al aborto. Si decimos si a la familia, para otros es innegociable la ideología de género. Si decimos si al respeto a la vida hasta su muerte natural, para otros es innegociable la eutanasia. Si decimos que los padres a tienen la última palabra en la educación de sus hijos, para otros es innegociable que sea el Estado el que eduque a los niños.
Eres responsable, del silencio, por miedo a una ideología totalitaria que se impone poco a poco y también eres responsable de las consecuencias de esa ideología.
Eres responsable con tu silencio y también con tu voto.
Con más frecuencia de lo deseable ese silencio se da también en ámbitos de la Iglesia (Jerarquía y pueblo llano) con el silencio que teme perder el cargo, y entonces, es más cómodo callar o hablar solo en privado.
"No quiero que mi presencia sea la excusa perfecta para generar crispación y tensión, algo que no va conmigo”. El que busca el bien común y la verdad no puede generar crispación.
Las personas no deben ser problema; los problemas vienen de legislaciones que si atentan contra los principios morales de una determinada religión.
En un templo las homilías deben buscar transmitir el mensaje del Evangelio, no contentar a este u otro “pensamiento” que por circunstancias marcan la legislación.
Predicar sobre la vida, la auténtica libertad, la familia y la verdad, entra en lo esperado de una homilía que pretenda transmitir la doctrina católica a un auditorio que libremente asiste a esa celebración.
La convivencia no debe chocar con decir la verdad, desenmascarar el mal. La prudencia y la templanza, no están reñidas con la justicia y la fortaleza.
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